PROBIOTICOS
El uso de probióticos se ha extendido enormemente en la práctica clínica, pero cada vez son más los profesionales que demandan probióticos humanos de cuarta generación, es decir, que no se conforman con cualquier tipo de producto porque ahora conocen la diferencia entre uno bien formulado y otro que podría no garantizar un buen resultado. Y usted se preguntará, ¿pero no son todos los probióticos iguales? No, no lo son. Evidentemente, todos contienen microorganismos vivos en su formulación que confieren un beneficio para la salud cuando los tomamos, pero esta no es la única garantía de su funcionamiento. El micromundo que llevamos dentro es muy complejo y por eso hay que modularlo de forma específica, sabiendo qué tomamos cuando nos recetan un probiótico y su origen.
Composición de la microbiota intestinal
Tan importante es la presencia de bacterias en nuestro organismo como su distribución en el mismo. La ciencia ya ha demostrado que un desequilibrio en la composición de nuestra microbiota puede alterar nuestro estado de salud. Este desequilibrio se denomina disbiosis y, junto con una correcta dieta prebiótica y antiinflamatoria, puede revertirse tomando probióticos de origen humano.
Probióticos para la salud humana
La importancia que concedemos a las bacterias no es casual. Son la forma más extendida de microorganismos, pero también la más presente en nuestra microbiota. Por eso son el «ingrediente» que contienen los probióticos de origen humano, porque son las que pueden contribuir a la repoblación de nuestro ecosistema intestinal.
Aunque nuestra microbiota también incluye hongos, protozoos y arqueas, las bacterias son el tipo de microorganismo más estudiado y se sabe que están presentes en poblaciones numéricamente muy extendidas, que alcanzan los cien mil millones de microorganismos. ¿Y cómo se organizan en este micromundo que llevamos dentro? Según la literatura científica, nuestras bacterias se agrupan en géneros, que a su vez se subdividen en especies. Dentro de una especie, hay cepas.
Cepas probióticas
El concepto de cepa es quizá el más importante cuando hablamos de probióticos de cuarta generación. El tipo de cepa, su origen y su combinación con otras cepas es lo que marca la diferencia entre un producto probiótico y otro. Para entenderlo, debemos imaginar varios niveles. Los microorganismos se clasifican en géneros (primer nivel) que, a su vez, tienen diferentes especies (segundo nivel). Dentro de las especies, las diferencias las marca la cepa (3er nivel). Veamos un ejemplo: Bifidobacterium sería el género, bifidum la especie y BGN4 la cepa.
Pero ¡cuidado! No todas las cepas son iguales ni sirven para lo mismo. Aún queda mucho por saber sobre algunas cepas en cuanto a sus capacidades probióticas. En su libro «El revolucionario mundo de los probióticos», la Dra. Olalla Otero hace un exhaustivo trabajo de recopilación de las propiedades demostradas hasta la fecha en las cepas probióticas más utilizadas, lo que ha convertido este libro en un auténtico manual de referencia para profesionales y pacientes.
Probióticos de origen animal vs. humano
La clave para que una bacteria pueda ser utilizada como herramienta terapéutica es que tenga la capacidad de permanecer en nuestro organismo, que sea reconocida por éste y que cumpla sus funciones. Por eso son tan importantes los probióticos de origen humano, porque sólo nuestras propias bacterias son capaces de constituir nuestra microbiota, que tiene bacterias diferentes a las de una vaca, por ejemplo. Las bacterias de origen animal, como las que se pueden consumir con los yogures u otros alimentos probióticos, pueden ejercer un efecto beneficioso, pero será temporal y sin efectos a largo plazo, porque este tipo de cepas no tienen la capacidad de permanecer en el intestino humano formando colonias. Lo atraviesan pero luego son eliminadas con las heces.
En base a esto, también se habla de probióticos alóctonos (aquellos formulados con bacterias de origen no humano y cuyo efecto es transitorio) frente a probióticos autóctonos (es decir, probióticos de derivación humana que forman colonias permanentes y ejercen un efecto beneficioso sobre la persona que los toma).
Propiedades de los probióticos humanos
Gracias a esta tecnología innovadora, los probióticos de cuarta generación son activos allí donde queremos que actúen. Con todo lo que sabemos, podemos resumir sus propiedades en los siguientes puntos. Los probióticos de cuarta generación
- Son capaces de llegar con sus condiciones de viabilidad intactas a la zona de colonización donde nos interesa que actúen.
- Tienen la capacidad de formar colonias permanentes
- Se adhieren al epitelio intestinal, ayudando a preservar su integridad.
- Garantizan que las UFC del producto no se «pierdan» en el viaje de la cápsula al intestino, gracias a su doble recubrimiento.
- Su composición con cepas específicas, sin crear formulaciones multicepas, evita que los microorganismos compitan entre si.