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Virus de Epstein-Barr

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Virus De Epstein-Barr

El virus de Epstein-Barr (VEB) es uno de los virus más comunes. Pertenece al grupo de virus del herpes, que incluye el VHS 1 y 2, el virus de la varicela zóster (herpes zóster, varicela), el citomegalovirus (CMV) y el virus de la pseudorabia. Un factor común de estos virus es su tensión sobre el sistema inmunitario y su capacidad para permanecer latentes en el organismo de por vida, incluso después de la infección inicial.

Infección por el virus de Epstein Barr

La infección por Epstein Barr es inevitable en los seres humanos. Se estima que el 95% o más de la población es portadora de anticuerpos contra el virus de Epstein-Barr. Las personas infectadas por el VEB durante la adolescencia o la edad adulta temprana pueden desarrollar mononucleosis infecciosa (mono). Aunque los síntomas de la mononucleosis suelen desaparecer al cabo de un par de meses, el VEB permanecerá latente en el organismo durante el resto de la vida de la persona.

El virus de Epstein-Barr se transmite normalmente a través de la saliva y otros fluidos corporales. Durante el embarazo, el virus puede transmitirse al feto. Pueden contagiarlo sin saberlo trabajadores de guarderías, profesores, abuelas y estudiantes universitarios. Epstein Barr es un factor clave en las enfermedades autoinmunes y crónicas. Es una enfermedad contagiosa, altamente infecciosa y oportunista, permitida por un sistema inmunitario débil; puede contraerse de un portador infectado, el uso excesivo y el abuso de drogas y/o alcohol.

Puede producirse una reactivación periódica de Epstein Barr, pero no suele causar síntomas ni enfermedad en individuos sanos con una función inmunitaria fuerte. Pero, si se experimenta una gran cantidad de estrés, o se está embarazada, o se tiene un sistema inmunitario debilitado, el VEB y otros virus como el citomegalovirus (CMV) pueden volverse problemáticos.

En las personas con una función inmunitaria comprometida, la reactivación de una infección latente por VEB tiende a crear problemas más graves, como síndrome de fatiga crónica, fibromialgia, esclerosis múltiple, trastornos tiroideos, daño mitocondrial, Lyme, esquizofrenia, pleuresía, desarrollo de enfermedades autoinmunes, cáncer y mayor riesgo de enfermedad de Hodgkin. El CMV se transmite por contacto directo de fluidos corporales, como saliva, sangre, orina, semen, fluidos vaginales y leche materna. El CMV es el virus que con más frecuencia se transmite de la mujer embarazada al feto.

VEB y enfermedades autoinmunes

La disbiosis intestinal, las infecciones subyacentes (tanto virales como bacterianas), el intestino permeable, las deficiencias nutricionales, la sensibilidad alimentaria y la sobrecarga de toxinas son factores importantes en la autoinmunidad.

Las personas con enfermedades autoinmunes tienen una carga microbiana elevada, un microbioma alterado, disfunción mitocondrial por exposición a toxinas y deficiencias nutricionales. A medida que se identifican las piezas del rompecabezas autoinmune, las causas fundamentales pueden abordarse sistemáticamente pelando las capas de la cebolla y construyendo una base sólida mediante la dieta, la nutrición, la eliminación de la exposición a tóxicos, el estilo de vida y las intervenciones ambientales.

Una proteína vírica que se encuentra en las células humanas infectadas por el VEB puede activar genes asociados a un mayor riesgo de autoinmunidad. El virus de Epstein Barr ataca las células beta del páncreas, provocando diabetes de tipo 1 y otras enfermedades autoinmunes.

Los estudios han demostrado la existencia de cargas virales elevadas de VEB activo en un alto porcentaje de pacientes con diversas enfermedades autoinmunes, como artritis reumatoide, lupus, enfermedad de Sjögren, diabetes de tipo 1, hepatitis autoinmune, esclerosis múltiple, tiroiditis autoinmune (de Hashimoto y de Grave), enfermedades inflamatorias intestinales (Crohn y colitis ulcerosa) y otras enfermedades autoinmunes crónicas.

Un estudio longitudinal determinó que el factor de riesgo conocido más potente para la esclerosis múltiple es la infección por el VEB. En comparación con los controles sanos, el riesgo de desarrollar EM es aproximadamente 15 veces mayor entre los individuos infectados por el VEB en la infancia y unas 30 veces mayor entre los infectados por el VEB en la adolescencia o en etapas posteriores de la vida.

Síntomas típicos del VEB

Los síntomas del virus de Epstein-Barr pueden variar significativamente de una persona a otra. Sin embargo, algunos de los síntomas más comunes incluyen:

  • Fatiga
  • Pérdida de apetito
  • Fiebre
  • Dolor de garganta
  • Glándulas inflamadas
  • Erupción cutánea
  • Hígado y bazo inflamados

 

Es importante señalar que los síntomas del VEB pueden ser más graves en adolescentes y adultos que en niños. Los síntomas suelen manifestarse entre cuatro y seis semanas después de la infección y pueden durar entre dos y cuatro semanas. En algunos casos, la fatiga puede persistir durante semanas o incluso meses después de la recuperación inicial.

Cómo se propaga el VEB

El virus de Epstein-Barr puede transmitirse entre personas por los siguientes medios:

  • Besar a una persona infectada por el VEB
  • Compartir bebidas o utensilios con una persona infectada
  • Usar el cepillo de dientes de una persona infectada
  • Contacto con sangre o semen infectados durante la actividad sexual
  • Transfusiones de sangre
  • Trasplantes de órganos

Factores para contraer el VEB y desarrollar mononucleosis

  • Tener un sistema inmunitario debilitado o suprimido debido a problemas de salud, enfermedades autoinmunes, VIH o la toma de determinados medicamentos.
  • Ser mujer, ya que las mujeres tienden a padecer mononucleosis con más frecuencia
  • Vivir en espacios cerrados con muchas otras personas, como residencias universitarias o cuarteles militares.
  • Tener antecedentes familiares de infección por el VEB
  • Ser sexualmente activo, especialmente con múltiples parejas
  • Vivir en un país tropical, donde el VEB parece propagarse más fácilmente.